ARTÍCULO Publicado por la Revista de la Agrupación de Cofradías de Córdoba, la pasada Cuaresma 2.012.
“La
Música cofrade, como medio para llegar a
Dios”
(Una
reflexión sobre la Música Religiosa de Germán Álvarez Beigbeder)
La
Música, como arte universal que enaltece el alma y eleva el espíritu, consiste
en crear sensaciones captadas por el ser humano a través de los sonidos que se
armonizan en la naturaleza de la atmósfera...
Se podrían añadir muchas más definiciones de Música,
incluso más técnicas, como por ejemplo, que es el hecho del movimiento de una
masa sonora. Pero la introducción que expongo creo que define perfectamente el
contenido de la Música y la persona a tratar.
En muchas ocasiones, se piensa que, cuando se habla
de Música Religiosa, es la música destinada para acompañar y realizar la
liturgia propia de la Misa. Y no es así, la Música Religiosa, engloba al repertorio amplísimo que contiene
elementos religiosos, ya sea por el texto o por el contenido musical (Himno
Sacramental, Coplas, Plegarias…), y por el contrario la Música propia de la
liturgia, se la denomina Música Litúrgica.
Llevo varios años, realizando un estudio profundo de
la vida y obra de D. Germán Álvarez-Beigbeder (q.e.p.d), y aclaro, de paso, que
no me intereso por éste magnífico músico para vanagloriarme de su vida, sino
que por el contrario, me ha servido para descubrir la relación entre muchos
detalles del amplio repertorio de su Música y su experiencia con la vida.
Según algunos de sus hijos (Servando, José María, y
Angelita, que pasó mayor tiempo con él al final de su vida), “Don Germán”, que
así se le conoce en su tierra natal, Jerez de la Frontera, era una persona
profundamente religiosa, no faltaba prácticamente ni un día a su cita con el
Sagrario.
Cuando interpreto la Música de Beigbeder, me crea
siempre una sensación extraña en mí ser, algo indescriptible que me ocurre en
el momento único de la realidad musical, podría describirse como, si algo fuera
de lo terrenal se presenciara alrededor de los sonidos. Es algo verdadero,
cuando escuchamos alguna obra religiosa, que es como denomino a la marcha de
Beigbeder, parece que se para el tiempo, y que el significado de su Música
fuera intemporal, como la Palabra de Dios.
Si escuchamos con detenimiento obras como “Desamparo”, “Memoria eterna” o
“Amargura”, podemos apreciar el cuidado
exquisito con el que trata la forma y la utilización del lenguaje armónico,
para llevar al oyente a un momento determinado de la pieza, dónde nos damos
cuenta una vez llegado al punto culminante del porqué de todo lo que ha
ocurrido antes. Todo ese cuidado excesivo de la sonoridad, ocurre en toda la
obra del compositor, muy especialmente en su Stabat Mater (Secuencia en forma
de cantata), probablemente su obra cumbre: para Orquesta, Tenor, Barítono y
Coro a 4 voces mixtas que ha sido poco interpretada.
Para que
puedan intentar apreciar lo que digo con éstas humildes palabras, invito desde
aquí a que realice el lector una audición de “Amargura”, de éste compositor.
[Apreciaran
claramente una exposición, ya avanzada la obra, de una clásica “fanfarria” en
las trompetas…Seguidamente después aparece una nueva sección contrastante,
escúchenla con atención……] Sinceramente pienso que esa melodía tan elaborada
significa una conversación con el Señor, una oración hecha Música.
Beigbeder, no sólo escribió notas en un pentagrama,
(pues éstas grafías carecen de vida), transmitió a generaciones venideras
después de su tiempo, que la Música Religiosa es muy importante, que hay que
tratarla como si de una oración o
petición fuese. Que la pureza de la Música viene dada por la percepción
personal de nuestra vida, y ahí es donde el compositor debe ahondar y
profundizar, siempre con una buena formación musical.
La Música de Beigbeder es un valioso tesoro para
ahora y para siempre, pues al igual que yo, le debo tanto a su música y he
aprendido tanto de ella, que cuando lo descubran, llegarán a entender cómo “se
toca el cielo” desde la sencillez en la elaboración; y que no sólo existen
compositores grandes en otras regiones de nuestro país, que en Andalucía
también los hay y los ha habido.
Cada vez más,
defiendo que la Música Procesional debe ser cercana a nuestra Fe, que debe ser
fuerte, y se debe asemejar a ella, y
concienciarnos todos, de que sólo pensando así, la Música buena perdura, la que
está realizada con un fin. ¿Cuál es ese fin?, el de hacernos transportar a otra
dimensión fuera de lo terrenal, una experiencia de Fe única.
Claudio Gómez Calado